Por Marc Mesa
•
06 oct, 2019
Hace dos años tuve la gran oportunidad de conocer de muy de cerca el mundo de la moda, trabajando como asistente de fotografía. Fue en una de las agencias de modelos más prestigiosas de Barcelona.
No quiero pecar de pretencioso, pero lo seré, No hay peor fascismo que el mundo de la moda: jersey que hace los pechos más insinuantes y tejanos pitillo que no has elegido.
La agencia es más bien pequeña, con aire chic. Las paredes son de un blanco impoluto, decoración ikea hasta en el baño, que le invade un olor a menstruación sólo entrar.
Las agencias funcionan con ganado: las chicas son meras cifras. Diferentes combinaciones 86-58-89 o 88-62-88 prometen llevar una vida de princesa, con fiestas de ensueño, viajes a New York, desfiles en Milán… pero, sobre todo dinero, mucho dinero.
La mayoría de las chicas apenas tienen 16 años. Algunas lo han dejado todo en busca de lo que creían una vida mejor. Muchas vienen de Rusia o Eslovenia, como reclamo de la belleza del este, fría y frágil.